El último que vio vivo al Diablo Rojo



Son las 9:00am de un miércoles cualquiera en la redacción del Noticiero NTC Noticias, algunos compañeros hablan con sus fuentes vía celular, otros leen el periódico y yo en mi cubículo me doy cuenta que en una hora está citado el consejo de producción y no tengo ninguna nota fuerte para presentar.

Suena el teléfono de mi extensión, que es la 113, el 13 un número siempre presente en mi vida. Dejo perder la llamada, pues estoy muy ocupado revisando mis apuntes a ver qué dato me salva, no encuentro nada. Vuelve a sonar la extensión y sigo dejando sonar el teléfono, pues, seguro es algún chicharrón y no puedo perder más tiempo. Es entonces cuando la recepcionista viene hasta mi puesto de trabajo y me dice que me llama urgente Roberto Quintana, Roberto es uno de los mejores camarógrafos de Colombia, con un olfato periodístico desarrollado y con sangre en el ojo para enfrentar cualquier adversidad periodística. Decido tomar la llamada.

- ¿Hola, viejo Robert, como van las cosas por allá? ­-, me contesta con toda la alegría que siempre tiene en su ser y me dice.

-Mi hermano, te tengo la historia. Hay un pavo preso en el Carmen de Bolívar, es el único testigo de un asesinato.

¿Tú estás loco, Robert?, le digo incrédulo. Deja de mamarme gallo que ya casi voy a entrar a consejo de producción y no tengo nada. El afanado me insiste y me da más datos:

-Mi hermano, el pavo está preso en la Fiscalía del Carmen de Bolívar, lo tienen detenido porque es el único testigo del asesinato del Diablo Rojo-. Sigo escuchando su relato con atención y me empiezo a imaginar la historia en video. Al terminar le digo: -Viejo Robert, acaba de llegar Daniel. Voy a proponer la historia hablamos más tarde.

Comienza el consejo de redacción, huele a café caliente y uno que otro cigarrillo mientras se empieza a tomar nota de los temas, el ambiente empieza a tornarse tenso, pues a Daniel Coronell, nuestro director no lo convence ninguno de los temas que mis compañeros de redacción le van presentando. Es cuando me toca mi turno. Para romper el hielo le digo: -Danny te tengo, ¡la historia! 

Me mira con sus ojos verdes penetrantes rodeados de un rojo característico de él cuando está en proceso de mal genio (un mal genio de Daniel es difícil de explicar). Y le suelto la historia del pavo, mientras me escucha el rojo alrededor de sus ojos se va disipando y al final de escuchar mi tema suelta una leve risa y me dice: -Hermano cuadre viaje y váyase para Cartagena, vamos con esa historia este fin de semana.

-Listo hermano, pero le solicito un favor, quiero rodarla con Roberto Quintana. Le parece bien pues, Quintana, es de los consentidos en el noticiero gracias a su excelente trabajo.

Hago el plan de producción y se lo paso a Jannette Gómez, productora del noticiero, gran amiga y confidente de mis cuitas. Al siguiente día estoy volando para Cartagena. Al llegar me espera Roberto con Evidialdo Rincón, el conductor del taxi que siempre nos transporta en Cartagena, alegre, parrandero y además se conoce todos los recovecos para llegar al Carmen de Bolívar y José Torregrosa, de profesión pescador, pero hoy asistente de cámara, moreno, menudito, hábil y echado para adelante.

Tomamos rumbo al Carmen de Bolívar, mientras disfruto del paisaje majestuoso en el que seguramente se inspiró el maestro Lucho Bermúdez y que años después fue bañado en sangre por el absurdo conflicto que ha vivido Colombia.

Después de unos 160 km recorridos en algo más de dos horas llegamos directamente a la Fiscalía. Al llegar me presentó como periodista de NTC Noticias y hablo con el encargado de Cuerpo Técnico de Investigaciones CTI de la Fiscalía. Le pregunto por el pavo preso y este hombre rubio de mirada maliciosa, carácter tosco y algo agresivo empieza a palidecer. Respira y me contesta en un tono muy diferente al que usó cuando me saludo.

Me dice:- Erda, cachaco. Eso que tú me dices es ciedto, todo es vedda. Pero hay un problema. Nosotros al ver que no pasaba nada con ese pavo nos lo comimos sancochao. El que palidece ahora soy yo.

– ¿Se comieron al testigo?

-Ajá cachaco, ¿y que más íbamos a hacer?

No podía regresar a Bogotá sin nota. 

Le digo a Roberto: ¿Y ahora qué hacemos?.

Él, con su alegría Caribe y esa forma tan diferente de ver la vida me dice:

– Ajá viejo Elkin, no hay nada más parecido a un pavo que otro pavo, vamos a alquilar uno.

En efecto, alquilamos al pavo que haría las veces de preso para el rodaje. Lo metieron en una celda. Hicimos las tomas y el comandante del CTI dio la entrevista. Volvió el tono de autoridad a su voz, sus ojos los ocultó tras unos lentes oscuros que lo hacían ver como un agente de la DEA, hasta supo disimular un poco su acento costeño.

-Efectivamente, este plumífero está detenido por ser el único testigo del asesinato de “El Diablo Rojo”, un joven roba gallinas que cada fin de semana hurtaba pavos y gallinas de las fincas cercanas. A los pies del occiso estaba atado el pavo y por eso fue detenido, pues se cree que puede identificar a la persona que le quito la vida al roba pollos en cuestión.

Esa fue una de las respuestas más auténticas y divertidas que he recibido en una entrevista a lo largo de toda mi vida.  

De regreso a Cartagena compramos una botella de ron para celebrar, habíamos rescatado de la nada una nota, y entre trago y trago, les decía a mis compañeros de aventura… Esto es Caribe. Esto solo pasa en el Caribe.

A propósito, el homicidio de “El Diablo Rojo” nunca fue resuelto.



Elkin Raúl Coronell Cadena

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