Dos almas: Elkin Coronel



Eran dos almas vagando por los caminos de la vida acostumbradas a vivir engañadas, traicionadas y de pronto abusadas en sus sentimientos. Andar sin sentido era su cotidianidad, deseaban no haber nacido.

En uno de esos pasajes se encontraron, no hubo amor a primera vista ni nada parecido, las diferencias eran marcadas. Pero el tiempo hizo lo suyo - al igual que lo hace cuando se distancian – en solo unos meses pasaron del simple hola a preguntarse por sus días y sus vidas. Se veían poco, sin embargo, sus ojos empezaron a ser cómplices de un naciente sentimiento.

Un cuarto reservado para el amor furtivo fue testigo de su primer encuentro… Venus dio rienda suelta a la pasión y el aliento fue uno solo, sus corazones palpitaron al mismo ritmo mientras las sábanas se enredaban, el éxtasis retenido se desgranaba con gemidos entrecortados, el roce de la piel era un solo frenesí, un te quiero espantó el miedo que los invadía y al final… sus cuerpos fatigados y empapados descansaron abrazados mientras un beso marcaba sus destinos.

Sus corazones solitarios sedientos de amor y comprensión decidieron cambiar su cruel destino, nació la esperanza y el sosiego, el te quiero dio paso al te amo sellando la complicidad de una ternura inigualable. Se enamoraron perdidamente.

Ahora eran un equipo, se apoyaban, se escuchaban, luchaban juntos, se contaron todo, se perdonaron, intentaron hacer justicia ante las infamias del pasado, a pesar de todo, a pesar de tanto seguían adelante; se conocían perfectamente, juraron que jamás se dejarían vencer… Era un amor de telenovela.

Se convencieron el uno al otro que para Dios y su amor no existían imposibles. Batallaron contra todo, la paciencia y la promesa de algún día consolidar su unión ante un altar se convirtieron en su escudo.

Los momentos oscuros eran iluminados por sus risas y sonrisas… siempre reían, con solo verse se alegraban; ya se conocían tan bien que disfrutaban de la madurez de un amor incondicional. Nunca volvieron a recordar el pasado de amores que nunca lo fueron. Ya no sentían temor de entregarse.

Y aunque era un amor incompleto, para ellos no faltaba ninguna pieza, el rompecabezas de ese cariño sobrehumano estaba completo. Aprovechaban cualquier momento para entregarse, un taxi, un restaurante, una esquina, unas escaleras, un fin de semana, hasta una casa ajena… No perdían oportunidad para amarse y susurrarse al oído la pasión que los desbordaba. Morían el uno por el otro.

Ella jamás volvió a sentir las preocupaciones del pasado, él le prometió estar a su lado siempre, en sus románticas charlas a la luz de las estrellas o iluminadas por un mechero, hicieron el pacto de consagrase el uno al otro. Con el pasar del tiempo juntos sanaron sus heridas, tal vez ella más que él. En la piel de los dos se tatuaron el juramento de juntos por siempre.

De repente los fines de año se volvieron tormentosos. El amor indeleble se empezó a desvanecer lentamente, la mentira empezó a florecer una y otra vez. Las malas amistades renacieron de sus cenizas, regresaron los fantasmas del pasado, las palabras hirientes desplazaron el pacto de amor, sus familias se opusieron… Se creó la tormenta perfecta para un final inesperado, jamás pensado.

Una noche el negro hechicero de sus ojos dejaron su mirada fija y amorosa, sus labios carnosos y excitantes se tornaron fríos, sus manos ya no se aferraban a las de él. Fue la noche del adiós.

Con voz entrecortada dijo que la pasión se había acabado, ahora quería estar sola… Le prometió que más adelante volverían… Que en unos meses todo estaría bien y sería el comienzo de una nueva historia juntos. Ella voló libre sin mirar atrás con su rumbo definido… Él se quedó esperando una promesa vacía con su alma ya sin ganas de palpitar.

Elkin R Coronell C


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