El ejemplo de Sebastián




A Sebastián con su pelo largo, muy largo, tipo Sansón, lo conocí a través de un monitor de edición en la oficina de televisión de la Alcaldía de Villavicencio, si es que se le puede llamar así a un sitio de 3mts X 3mts en donde trabajábamos hacinadas 12 personas, sus palabras no eran las de un niño, eran las palabras de una persona mayor con la sabiduría de saber lo frágil y efímera que es la vida.

A los pocos segundos de ver la entrevista que le hizo el periodista de turno me di cuenta de varias cosas: La historia del niño era una enseñanza digna de una crónica, era sensibilidad pura. El “reportero” que le hizo la entrevista no tenía idea de dónde estaba parado, dejó ir entre sus manos un material invaluable. Siempre he dicho que para esto del periodismo se necesita desarrollar el olfato periodístico, sangre en el ojo, conectarse con la gente y mucha pasión. Esto no es poner a otro a hacer masa.

El camarógrafo Juan Pablo Castro si tuvo la precaución de tomar los datos del pequeño Sebastián y nos dimos a la tarea de ubicarlo, lo localizamos en el Mega Colegio Rodolfo Llinas en el sector del Trece de Mayo en Villavicencio. Allá llegamos la mañana de un martes con Jonnathan Pérez, quien desde hace años es como mi conciencia y la periodista Luisa Fernanda Castañeda encargada de la producción de la nota.

Encontramos a Sebastián en su salón de clase en primera fila, atento, tomando nota y participando en clase. Jonnathan hacía imágenes de apoyo mientras la maestra preguntaba cuanta cosa… Parecía pitcher de las grandes ligas lanzando en el último juego de la Serie Mundial de Béisbol, mientras Sebastián con su bate de conocimiento le conectaba un hit tras otro. Este jovencito era conocimiento puro.

Salimos del salón unos 20 minutos antes del descanso para hacer la entrevista, fue el primer contacto personal con Bryan Sebastián Grisales; caminamos por los pasillos del colegio mientras el calor era disipado por una suave brisa. En ese breve intercambio de opiniones entendí rápidamente que este niño será un ser muy especial dedicado a servir, ayudar y proteger.

Su delgado cuerpo y su pelo largo lo hacían ver como un pequeño santo, mientras se sentaba le pusimos el micrófono y Jonnathan hizo el conteo para empezar la entrevista, cinco, cuatro, tres… Le hice la primera pregunta.

- Sebastián, ¿por qué decidió dejarse el pelo largo?

Con su voz frágil y tímida me contesto de manera contundente.

- Hace varios meses yo vi en televisión unos niños que sufrían cáncer y no tenían pelo, necesitaban usar pelucas. Entonces yo le dije a mi mamá que me iba a dejar crecer el pelo para donárselo a uno de esos niños. 

Aunque ya sabía la respuesta la necesitaba de su propia boca. Me dejó sin palabras por unos segundos… Le hice la segunda pregunta.

- ¿Tener el pelo largo le ha traído algún problema?

- Si, los compañeros del colegio me decían niña, me decían peluca… Pero eso a mí no me importa. 

Cada respuesta de este pequeño de ocho años me dejaba más impactado.

- ¿Y los profesores que hicieron cuando empezó a pasar todo eso?

- Me llamaron a rectoría y me dijeron que por qué me estaba dejando crecer el pelo. Yo les explique y me dieron permiso. 

- ¿Sebastián que quiere estudiar cuando llegue a la universidad?

- Quiero estudiar leyes, para poder ayudar a muchas personas.

Entonces la razón de Sebastián se regó por todo el colegio, el bullying que soportó en silencio durante semanas terminó. Al finalizar la entrevista me confesó que no tenía cómo contactar una fundación para donar el pelo y ya tenía el largo necesario para ser cortado.

Pensamos en varias posibilidades y luego de analizar vimos que la mejor opción era La Liga Contra el Cáncer Seccional Meta. Allí hable con su presidenta, la señora Rosa Emilia Riaño quien al conocer el caso se entusiasmó tanto que dispuso de inmediato todo para la especial donación.

Cómo todo se hizo de corazón, pues dinero no había, se nos unió a la causa Adelio Romero, un peluquero al que conozco hace años, él también puso su granito de arena en esta historia.

No hay día que no llegue y menos en esta historia. Se ajustaron todos los pormenores y Sebastián llego a la Liga Contra el Cáncer en compañía de su mamá y dos hermanitas

A esta grabación final fui con Juan Pablo. En La liga nos esperaba Doña Rosa Emilia con un grupo de voluntarias, estaba Adelio listo con sus tijeras y mi familia quienes se habían entusiasmado con esta historia; la sonrisa de ponqué en la cara de todos era evidente, iban a conocer a un pequeño héroe.

Sebastián llegó con su progenitora y dos hermanitas más, todos querían hablar con él, sacarse fotos. Era su momento de ser algo así como un rock star.

Con dedicación Adelio le cortó el pelo mientras las voluntarias tomaban los largos mechones y los iban poniendo en unas bolsitas marcadas para ser enviadas a Bogotá. Mi hija Kirpa y todos los demás tomaban fotos. La hermana mayor de Sebastián también se animó y se donó gran parte de su cabellera. 

Al final más fotos, regalos para los niños por parte de las voluntarias y una sensación de satisfacción en el pecho compartida con todos los que hicieron posible este sueño de Sebastián. 

Pero la historia no termina aquí… Semanas después visité a Sebastián en la casa donde vive en arriendo con toda su familia en el barrio La Reliquia. Fuimos a llevarle algunas cosas y mostrarle la nota que hicimos. Quise ir en la mañana, pero algo que no recuerdo y seguramente sin importancia aplazó la ida para la tarde.

Al llegar sobre las tres de la tarde los encontré a todos en la sala, los saludé animadamente y les pregunté: 

- Cómo han estado todos, ¿qué almorzaron hoy? 

El silencio invadió la sala y sus miradas se cruzaron unas con otras.

- No hemos almorzado, dijo Sebastián.

Hice otro comentario que resultó peor.

- Ah… desayunaron tarde.

El silencio se hizo más incómodo, más profundo.

- Tampoco hemos desayunado.

Sentí que se me partió el corazón y el dolor se trasladó a mis ojos… Contuve las lágrimas. Afortunadamente algunas de las cosas que llevábamos ayudarían a mitigar el hambre durante unos días.

Su casa puede ser humilde, pero es limpia, se respira tranquilidad en medio de la necesidad. Esa tarde doña gloria me contó que Sebastián ha sufrido de desnutrición por la difícil situación en la que han vivido siempre. Después el pequeño emocionado me llevo de la mano a conocer el resto de la morada… En nuestro lento paso por el piso de la vivienda sin piso encontraba sencillez, escasez, calor de hogar y penurias; pero por sobre todo amor y optimismo. Nació entre los dos admiración y cariño. 

Regresamos en diciembre, pues mis hijas querían regalarle una bicicleta y unos patines que habían usado muy poco. Compartimos una hora y el niño con algo de pena me pidió que fuera su padrino de Primera Comunión y Confirmación… Acepté emocionado. La hermana hizo lo propio con mi hermana quien también accedió. 

La última vez que hablé con mi ahijado fue hace unos 50 días al comenzar el aislamiento preventivo… No he vuelto a saber de él pues el celular de la familia, así como lo leen el celular es de todos, suena apagado. Espero que estás líneas lleguen por alguna red social a su tío o a alguno de sus amigos, para que sepa que siempre está en mis oraciones y que sus sueños serán realidad.


Elkin Raúl Coronell Cadena

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