La primera vez nunca será fácil, sea la experiencia que sea, buena, mala, programada o de improvisto… Así fue la mía, de repente, sin preámbulos, como decimos en el Llano “A los pijazos”.
El reloj marcaba las 11:30 a.m. de un domingo cualquiera cuando sentí por primera vez su peso encima de mi cuerpo, una carga que con el tiempo y la costumbre ya no importaría, y a la cual le fui cogiendo cariño.
Llevaba menos de un mes conociendo un nuevo mundo, uno jamás imaginado y que me cambiaría la vida por completo, un mundo que se convirtió poco a poco en mi universo, se metió en mis venas como una droga de la cual ahora necesito para sentirme vivo, para dejar volar mi imaginación, ahora es mi compañera, siento que somos uno solo, me conoce perfectamente y yo la sigo deshojando día a día y aprendiendo, ella no ha dejado de enseñarme, ella es mi pasión… Ella es la televisión.
Todo sucedió rápidamente, El periodista Guillermo Rico recibió una llamada con información de última hora, pasó por mi lado corriendo, detrás iba el Master Castillo con todo el equipo al hombro.
- Hermano, ¿qué está haciendo?
- Nada, ¿por qué?
No terminé de contestar cuando ya tenía puesta casetera y trípode. –Apúrenle – gritó Guillermo desde la entrada al noticiero.
Nos montamos en el carro de Dúber Figueroa, yo iba sin entender, el mismísimo gancho ciego, más perdido que un brasier en las rodillas. Como si compitiéramos en un Rally, en cuestión de minutos estábamos en el sur de Bogotá, en la última cuadra de Soacha Compartir; Guillermo nos dijo:
- Hay que seguir a pie.
Subimos dos pequeñas pendientes lo suficientemente empinadas para llegar sin aliento y sudados como caballo corrido al lugar donde estaba la noticia. Paramos unos 20 metros antes del sitio donde estaba abandonado un carro azul, varios curiosos lo rodeaban; de un bolsillo de la casetera Mario sacó un cable y me dijo:
- Hermano este es el multipin y se conecta así, aquí se prende la casetera, póngase los cascos (audífonos), esta agujita no puede pasar de aquí porque el sonido queda sobre modulado, aquí le marca la batería, me avisa.
Curso de asistente de cámara a la velocidad de un OVNI y sprint de 20 metros para llegar hasta el carro que tenía las ventanas a medio bajar.
Al interior cuatros hombres sin vida, amarrados con alambre dulce, con el cual también habían sido ahorcados, en sus cuerpos ya de color morado signos de tortura y heridas con arma blanca, algunas moscas empezaban a pisotear los cadáveres; el que más me impresionó fue el que dejaron en el puesto del conductor, pues tenía clavado hasta la cacha en la coronilla de su cabeza un cuchillo de carnicero.
El escenario no podía ser más dantesco, amarillo y árido como un desierto mientras una brisa seca golpeaba nuestros rostros, pero no disipaba el olor a muerte. – Hagamos la entrevista- dijo Guillermo visiblemente afanado, eran casi las 12:20 del mediodía… El noticiero se emitía a la 1:00 p.m. Dos entrevistados, cuatro preguntas y nuevamente a correr.
Volver a subir y bajar las dos pendientes por las que habíamos llegado, adelante veía la menuda y negra figura de Guillermo, el gabán que llevaba se le veía como una capa de héroe, años después le encontraría total similitud a esa escena con el profesor Súper O, nada de raro tendría que los creadores de la caricatura que lucha por la justicia idiomática se hayan inspirado en él… Luego Mario con la cámara bien agarrada, yo le seguía los pasos e intentaba pisar donde él lo hacía para evitar caerme, pero lo que tiene que pasar pasa.
A la mitad de la última bajada tropecé y a botes rodé varios metros, nunca solté la casetera, no sufrió un solo golpe, todos los recibieron mi costillar y mis piernas. Como toro recoleado completamente desubicado me subí al carro, ahora la noticia estaba en la pericia de Dúber para llevarnos hasta Inravisión.
El curso acelerado de reportería continuó, Guillermo redactaba el texto, mientras Mario disponía todo para grabar el audio. La carrera que llevábamos se detuvo en un semáforo en rojo donde grabamos el off. Finalmente la nota salió al aire.
Semanas después ante otra noticia que logró Guillermo escuché decir que se estaba convirtiendo en un perro de cacería para conseguir información, todo un halago. En adelante lo tomé como referente, hasta que por circunstancias que nunca conocí no continuó en el noticiero y siguió su carrera en AM PM, otro informativo de fin de semana.
Y la televisión sigue ahí, a mi lado, proponiéndome retos constantes y yo los he ido aceptando como si se tratara de un cortejo, de mi amante aterna. Han pasado noticias, crónicas, viajes, proyectos y miles de aventuras… Como en un amor de esos soñados ella me sigue enamorando.
Elkin Raúl Coronell Cadena
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